Hoy miércoles quiero compartir
esta bella reflexión del Obispo Prelado de Caravelí, (jurisdicción que se
encuentra en el departamento de Arequipa Perú), Mons. Reinaldo Nann.
"Mi lectura desde la fe:
El Coronavirus nos muestra la
fragilidad del mundo globalizado. Una cosa tan chiquita puede causar pánico y
pérdidas económicas grandísimas en el mundo entero. La prensa mundial lo
difunde con morbo: cada día nuevos números de infectados y muertos y nadie tiene
la solución. Esto es lo que más asusta, toda nuestra tecnología, ciencia y
dinero no puede contra un enemigo chiquito e invisible. Nos confronta con
nuestro miedo más profundo: nuestra vida está amenazada, podríamos morir pronto
y nadie nos salvará.
En este sentido el Coronavirus
destruye el credo del hombre actual. Da por tierra con la creencia de ser
todopoderoso. De estar asegurado contra todos los riesgos de la vida con la
plata y el conocimiento que tiene. No es así. Seguimos siendo frágiles y amenazados
en este mundo. La fe en la tecnología y el dinero no te puede salvar de la
fragilidad de tu existencia: eres mortal. Punto.
Los pobres de este mundo siempre
lo supieron: no somos los dueños de nuestra vida. La hemos recibido de otro.
Hay un Dios, que está por encima de todo lo terreno. Ahora, ante el
Coronavirus, todos somos pobres, desvalidos y estamos asustados.
Esta es tu oportunidad. Deja los
falsos dioses, que en esta crisis de la posmodernidad ya no sirven: el dios
dinero, el dios de la omnipotencia humana. Y acepta la otra verdad: eres
creatura. Hay alguien por encima de ti, que te quiere a pesar de que lo
abandonaste. Es Dios. Es el Padre de Jesús. No deja de llamarte. No deja de
creer en ti. Y ahora es el momento de cambiar y de confiar en Él.
¿Te parece una ilusión? ¿Una
proyección? ¿Un “opio para el pueblo” como lo definió Marx? No es un
tranquilizante. Es una mano para salir adelante, para luchar juntos y sentirse
acompañado en tiempos difíciles. Tú decides: ¿quieres enfrentarte solo a tus
miedos existenciales o agarras una mano amiga no contaminada? Allí está la mano
de Dios.
¿Por qué estoy seguro de ello?
Porque el Evangelio dice en Lc 13,4-5: “¿O creen que las dieciocho personas que
murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás
habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten,
todos acabarán de la misma manera».
Los 18 muertos del desplome de la
torre de Siloé son como los muertos por el Coronavirus. No murieron por haber sido
gente mala. No fue un castigo de Dios. Pero son una señal para nosotros: Hay
que volver al Dios de la Biblia. Hay que cambiar nuestras costumbres y
convicciones. Este virus es una poderosa señal e invitación al cambio…
¿Y cómo puedo cambiar?
Al que no cree en Dios le sugiero
que busque una persona que crea. Que le cuente como la fe le da esperanza. Que
le cuente de sus experiencias y convicciones. Aunque sea por teléfono. Los
creyentes también tenemos miedo, pero mucho menos, porque no estamos solos.
Los creyentes también nos
sentimos cuestionados en esta crisis de la sociedad postmoderna. ¿Que nos dice
esta crisis desde nuestra fe? Mi discernimiento es este:
Busca a Dios en la soledad:
Lee la biblia. Ora. (Es
importante que no se cierren las iglesias, aunque no haya misas o cultos en
ellas, deben de ofrecer lugares de encuentro personal con Dios. En el silencio
Dios te hablará.
En los ruidos de los templos y
eventos del consumo no lo encontrabas. Gracias a Dios, por un tiempo todo va a
estar cerrado. Es el tiempo de la cuaresma, el tiempo del ayuno, el tiempo del
desierto donde Dios te quiere enamorar de nuevo… Es una cuarentena del mundo
que te abre a la otra dimensión.
Simplifica tu vida y cuida al
medio ambiente:
El coronavirus logró lo que ningún
ecologista ni el propio Papa lograron: convencernos que un estilo de vida más
simple nos hará más felices. Ahora que cancelaron los vuelos internacionales
gastamos menos energía, retardamos el cambio climático, desaceleramos nuestra
frenética vida. Los más excluidos, abandonados y olvidados viven más seguros y
más felices. Es el Buen Vivir lo que los
hace felices, no el tener más y más.
La iglesia no es multitud: es
comunidad familiar
En algunos sitios por el virus ya
no hay misas. Pero podemos reunirnos en casa, en familia. Compartir nuestros
miedos y problemas. Dejar el celular por momentos de diálogo y oración.
Encontrar la calidad de vida allí: en los seres a nuestro lado. En los abuelos.
Son el prójimo para nosotros. Jesús dice: “Donde hay dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estaré yo en medio de Ustedes.” ¿Como orar? A mí me tranquiliza el
Rosario. Repite las mismas palabras, pero me hace entrar en el ritmo de Dios.
En internet encontrarás ayuda, cómo rezarlo. Y el silencio. Y la Biblia.
Inténtenlo en familia, o con quienes comparten la casa, la vecindad. Con menos
gente, mejor. También pueden conectarse virtualmente: hay misas, oraciones,
impulsos…
Poner tus miedos en la mano de
Dios
¿Alguna vez has firmado y
entregado a un amigo un cheque en blanco? Es un riesgo enorme. Te puede
engañar, arruinar. Solo si tienes absoluta confianza en el amigo lo puedes
hacer. Yo sí tengo esta confianza en Dios. Le doy un cheque en blanco todos los
días. Él va a poner lo que finalmente será lo mejor para mí. Hago todo lo
necesario que puedo hacer y acepto todo lo que vendrá de Dios: Si me contagio o
no me contagio del virus: Dios siempre quiere y hace lo mejor para mí. En su
poder y en su bondad fundo mi vida. ¿Estás listo para entregar el cheque de tu
vida a Dios?", (Reinaldo Nann)
Ánimo, que toda esta experiencia
nos ayuda a fortalecer nuestra fe y nuestra relación con Dios y el prójimo.
Pablo Soto, vicario parroquial.
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