El salmo 117, un himno de acción de gracias después de la victoria empieza alabando al Señor por su misericordia e invita a todos a reconocer esa misericordia de Dios:
1 Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
2 Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
3 Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
4 Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
Este segundo domingo de Pascua, día en que acaba la octava de Pascua, celebramos el día de la Divina Misericordia, fiesta instituida por San Juan Pablo II el 23 de mayo del año 2000 – este año la fiesta cumple 20 años de instituida – como respuesta a la propuesta de las revelaciones que recibió Santa Faustina Kowalska.
Estas revelaciones y la fiesta en si, tiene como finalidad hacer conocer al los fieles y al mundo entero que Dios es misericordioso y nos ama a todos, y a su vez nos invita a cada uno de nosotros a vivir y actuar de acuerdo a esa misericordia.
Pero, ¿qué es la misericordia? Empezamos diciendo que La palabra misericordia tiene su origen en dos palabras del latín: miserere, que significa compasión, y cor, que significa corazón. Entonces, ser misericordioso es tener un corazón compasivo. Ahora bien, hay que decir que desde la concepción cristiana la misericordia no se reduce a una simple actitud de compasión sino que va mucho más allá. Es la abundancia de la caridad, la que a su vez conlleva a la abundancia de la justicia. Dios es misericordioso y las Sagradas Escrituras están llenas de ejemplos de esa misericordia divina. (Gn Caps 18-19; Dt 4,31; Is 49,15; Jr 5,1; etc).
Ahora, para nosotros los creyentes y la humanidad entera, la misericordia es ayudar por amor sin esperar nada a cambio, como nos relata el evangelio de Lucas en la parábola del buen samaritano (Lc 10,30-37); pero también es vivir nuestra vida actuando como el Señor nos pide, con misericordia: Mt 5,7: “Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia”
No sólo en los tiempos históricos en los que vivió Jesús antes de su ascensión, sino en estos tiempos en que vivimos, hace falta la misericordia. Cuando la desgracia alcanza proporciones desmedidas, (como en los tiempos actuales que por la pandemia del coronavirus vivimos una serie de situaciones de sufrimiento de miles y miles de personas), la misericordia se vuelve una necesidad que atienden oficialmente las organizaciones mundiales o nacionales, como de hecho - mal que bien - vemos que se está haciendo.
Como Iglesia Cáritas es el brazo de la ayuda misericordiosa que tenemos, pero como creyentes estamos en la responsabilidad de actuar desde la caridad para hacer presente la misericordia de Dios.
La Iglesia nos recuerda las obras de misericordia que debemos practicar, 7 espirituales y 7 corporales:
Las espirituales son:
- Enseñar al que no sabe.
- Dar un buen consejo al que lo necesita.
- Corregir al que yerra.
- Perdonar las injurias.
- Consolar al triste.
- Soportar las flaquezas del prójimo.
- Orar por vivos y difuntos.
Las corporales son:
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
- Dar posada al peregrino.
- Vestir al desnudo.
- Visitar al los enfermos.
- Socorrer al cautivo.
- Enterrar a los muertos.
Las obras de misericordia corporales las encontramos en el evangelio según San Mateo: Mt 25, 31-46, aunque la obra de enterrar a los muertos fue añadida por la Iglesia.
“Que Jesús, nuestra Pascua, conceda fortaleza y esperanza a los médicos y a los enfermeros, que en todas partes ofrecen un testimonio de cuidado y amor al prójimo hasta la extenuación de sus fuerzas y, no pocas veces, hasta el sacrificio de su propia salud...
...Que Cristo, nuestra paz, ilumine a quienes tienen responsabilidades en los conflictos, para que tengan la valentía de adherir al llamamiento por un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo” (Papa Francisco, bendición urbi et orbi del domingo de Pascua del 2020).
Solo tendremos los mismos sentimientos de compasión y de misericordia, si vivimos ese encuentro con el Resucitado y sabemos encontrarlo en el encuentro con nuestros hermanos.
Pablo Soto, vicario parroquial.
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