El Jueves Santo es como la puerta al Triduo Pascual y tiene una rica tradición litúrgica.
¿Qué celebramos el Jueves Santo?
En Jueves Santo se celebra particularmente lo siguiente:
La Última Cena. Recordemos que esta fue la ultima comida, la última celebración de la Pascua, (Pascua judía), pero Jesús de dio una connotación nueva a la celebración, la orientó hacia la Nueva Pascua, hacia la Eucaristía, celebrada por mandato suyo y en conmemoración suya.
El Lavatorio de los pies y el Mandamiento Nuevo del Amor. Con este gesto tan significativo Jesús nos recuerda que el servicio a los hermanos es la mejor manera de servirle y de ser grandes, pues Él no ha venido a ser servido sino a servir, y era Dios hecho hombre. La humildad, el servicio y el amor se entrelazan aquí para mostrarnos el camino efectivo al cielo. Recordemos que en este día se lee el evangelio según San Juan en el capítulo 13, 1-15, donde se nos narra el lavatorio de los pies: “Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como ya he hecho con vosotros” (Jn 13,15)
En ésta celebración en particular, vivida desde el hogar y en familia, invitamos a los padres, al jefe del hogar, hacer un breve gesto de lavar los pies a los miembros de su familia.
No conozco al autor, me dicen que es una canción otros que es un poema se llama Gestos de Amor Fraterno y lo quiero compartir porque habla bien de los que significa vivir nuestro ser cristianos desde su esencia y su primeras líneas dicen así:
“Cenar con los amigos,
abrirles el corazón sin miedo,
lavarles los pies con mimo y respeto,
hacerse pan tierno compartido y vino nuevo bebido.
Embriagarse de Dios, e invitar a todos a hacer lo mismo”.
La institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación. (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20 y 1Cor 11,23-27) Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Para poder celebrar la Eucaristía es necesario el sacramento del Orden, para que in persona Christi el pan y el vino se conviertan por la acción del Espíritu Santo en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Jesús les otorga el gran don del sacerdocio a los apóstoles y la potestad de continuarlo por la imposición de manos y la oración.
La oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní. Tras la Última Cena Jesús va a Getsemaní a orar junto con los 11 (Judas llegará después, con la guardia del templo para prender a Jesús). Allí reza para pedir fuerzas a su Padre del cielo y poder cumplir su voluntad, lo que exigirá su entrega total. Allí ya empieza a sentir el abandono de sus discípulos, que no pueden estar en vela ni una sola hora.
En la gran mayoría de parroquias en las que he servido, acabada la celebración de la Eucaristía, llevamos el Santísimo a un lugar para ser adorado, muchas veces esa adoración dura desde las nueve o nueve y media de la noche hasta las seis de la mañana del día viernes; para eso se organizan turnos con los grupos, movimientos, pastorales y zonas pastorales de la parroquia, a cada uno de ellos se le asigna un tiempo que va desde la media hora hasta los cuarenta y cinco minutos de oración y adoración.
Vivamos este inicio del Triduo Pascual fortaleciendo nuestra fe y en familia, acompañando al Señor.
Pablo Soto, vicario parroquial.
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