Hoy, Miércoles Santo, debería procesionar la Cofradía de “NUESTRO PADRE JESÚS CAUTIVO Y NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS”. Y digo debería, porque todos sabemos que este año “la procesión va por dentro”. Y yo me pregunto, pero ¿no tendría que ir siempre por dentro? Porque todo esto, si no nace de dentro se queda en lo externo y se hace superficial. ¡Vivamos las procesiones siempre por dentro! Así son más auténticas, más sinceras.
Hoy toca el turno a “Nuestro Padre Jesús Cautivo”, es decir, maltratado, machacado, sin dignidad, atado a la columna, sin libertad… pero todo por amor a los demás, por nosotros. Hoy podríamos decir, salvando las distancias, que nosotros estamos también “cautivos”, privados de libertad, por lo menos la libertad de desplazarnos. Y, aunque no estamos siendo maltratados, golpeados, amarrados físicamente, si podemos experimentar una pequeña parte de esa situación.
Pues bien: aprovechemos la prueba. Todos sabemos que lo hacemos por bien nuestro y por el bien de los demás. Como cristianos, pensemos siempre en el bien de los demás y vivamos “esta falta de libertad” como un “dar la vida por los amigos”, como nos dice el Evangelio.
También, el Miércoles Santo sale “Nuestra Señora de las Angustias”. Creo que el nombre se debe a lo que representa la imagen. Situación dramática: Jesús muerto es bajado de la cruz y colocado en los brazos de su Madre. ¡Qué escena tan terrible!
Pero ahí, en los brazos de la Madre colocamos a todos los seres humanos que han muerto durante estos días sin la cercanía de los suyos, a aquellos que luchan cada día en los hospitales por salir adelante, a los que están solos en estos días y estas horas tan largas, a tantas personas necesitadas…
Y siempre hay razones para la ESPERANZA. Fijaos, a esta Cofradía se le conoce popularmente como “Los Verdes”, por el color de la capa de su túnica. Y ya sabéis en nuestra cultura lo que significa el color verde: Esperanza. Pues eso. Seamos hombres y mujeres de esperanza, alegrémonos dando buenas noticias, llevemos la medicina de la alegría a los demás.
Termino la reflexión de hoy con un hermoso poema-oración de Mario Benedetti que nos puede ayudar.
Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamás conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.
“El cielo está rojo. Mañana hará buen tiempo”
José Cordero, párroco.
Comentarios