(día 27 de confinamiento)
Hoy, Viernes Santo, los cristianos celebramos una cruz, un
patíbulo, una guillotina, un garrote vil,
una silla eléctrica. ¿Quién puede
celebrar esto? ¡¡Dios siempre tan desconcertante!!
Dios no solo ha permitido el dolor y la muerte de su Hijo,
sino que sea el hazmerreír y el comentario
del pueblo.
Hoy, Viernes Santo, delante de la Cruz, delante de Dios
crucificado y muerto, tienen que callar todas
nuestras palabras, nuestros
argumentos, nuestras razones.
Porque el Viernes Santo no es un día de puro dolor y muerte.
El Viernes Santo, para un creyente,
refleja como ningún otro momento, la
aparente contradicción que es nuestra vida, la fuerza que se
esconde en nuestra
debilidad. Contradicción porque casi nada es negro o blanco, bueno o malo,
éxito o fracaso. Contradicción de tener que soportar dolor para engendrar vida
como un parto.
Es la experiencia del
Siervo de Isaías, que se cumple en la persona de Jesús el Viernes Santo.
Contradicción la nuestra adorando una Cruz y bendiciendo un Madero Santo como
árbol de Vida.
Contradicción al contemplar el Mal que acampa a sus anchas y se
ceba en los más indefensos,
como lo hizo con Jesús y sigue ocurriendo hoy.
Contradicción al rasgarnos las vestiduras porque
alguien no cumplió algún
precepto o ritual, pero dejamos pasar encogiéndonos de hombros las
muertes
habituales en el Mediterráneo y otras costas. Contradicción…
El ser humano es contradicción. Lo volvemos a palpar frente a la Cruz. El
grano de trigo que no
crece si no muere.
Un aparente fracaso y, sin embargo, nuestro Dios es Nuestra Vida. Digámoslo
con fuerza: la muerte no tiene la
última palabra. El Amor nunca fracasa. Ninguna noche es eterna.
Que sólo nos nazca decir: “Padre, a tus Manos
encomiendo mi espíritu”.
Casi todos anhelábamos este Viernes Santo porque “tocaba”
salir la Magna. Y no puede ser.
Hay que descubrir una vez más que los caminos
de Dios no son nuestros caminos.
Camino de Jesús hecho de coherencia. Desde
Belén hasta la Cruz siempre con su estilo coherente:
pobre, sencillo,
débil…justamente lo que a nosotros no nos cuadra porque es lo que más nos
cuesta aceptar. Este día de Viernes Santo, solo con estar junto a la cruz con
los ojos cerrados y
el corazón abierto, podríamos aprender muchas cosas.
“El cielo está rojo. Mañana hará buen tiempo”
José
Cordero, párroco
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