(Día 34 de Confinamiento)
En estos días de coronavirus debemos seguir más de cerca al Señor. Queremos ser mejores discípulos suyos. El discípulo es el que escucha al Maestro, el que trata de seguir sus pasos, el que encuentra su alegría en oír y en practicar su palabra.
La palabra de Dios es el alimento para nuestra vida. Dios se nos da a conocer comunicándose, dándose. Nosotros somos los oyentes de la palabra. En ella, sobre todo en el Nuevo Testamento, descubrimos cual es el proyecto de Dios para la Iglesia, para el mundo, para tu familia, para ti mismo. Hay que saber escuchar, reflexionar, orar, contemplar sus palabras para descubrir sus llamadas. Sería muy positivo para nuestra vida que, en medio de tantos mensajes, llamadas, internet, tengamos algo de tiempo para leer el Evangelio.
Te propongo algunos textos del Nuevo Testamento que nos pueden servir en estos momentos de tristeza y desazón:
1.- “Corramos con constancia en la carrera de la vida, fijos los ojos en Jesús, autor y perfeccionador de nuestra fe, el cual sin acobardarse soportó la cruz” (Hb. 12, 1-2). Miremos siempre a Jesús. Él nos atrae, nos exige y nos alienta. Con él lo podemos todo. De él podemos recibir mucho y aprender mucho. No dejes de mirarle con los ojos del corazón. Ante la cruz no nos acobardemos. Jesús nos llena de valor y de esperanza. Míralo a él. No olvides que él nos mantiene en la fe. Esa fe que a veces vacila, duda o se oscurece…
2.- “Nos dice Jesús: Tengo que pasar por una muerte cruel y estoy angustiado hasta que se cumpla” (Lc 12, 50).- Jesús nos anuncia su pasión. Y se llena de angustia. Hay una angustia, un sufrimiento por el mal propio o por el de los demás que es santo y es cristiano. Pero siempre que ese dolor no nos lleve a la desesperación, al abandono, a la increencia. Como Jesús, sufrimos, nos angustiamos ante el dolor del mundo, pero como Jesús, desde lo hondo de nuestro corazón decimos: Padre, pongo mi vida en tus manos. Y esto me llena de paz y de una esperanza más fuerte que la misma muerte. En estos días repito muchas veces : Señor Jesús, estoy en tus manos.
3.- “Nos dice Jesús: Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt. 11, 28).- Todos somos objeto de su amor y de su ternura de hermano. Es el pastor bueno que nos alienta y estimula. Yo os aliviaré. Notad que no nos dice que nos va a quitar el agobio y la fatiga, eso es lo que tenemos que hacer nosotros con nuestro esfuerzo y nuestra lucha cotidiana por transformar esta historia que estamos construyendo. Con su ayuda podemos hacer mucho por el cambio que nuestro mundo necesita. Jesús nos alivia. Hace más llevadera nuestra cruz.
4.- “ Como Cristo pasó por la prueba del dolor, ahora puede auxiliar a los que hoy pasan por la misma prueba” (Hb 2, 18). Es mirando a la cruz como nuestra vida recobra sentido, como nuestro dolor se hace más llevadero. Porque nos alivia. Porque Jesús sigue siendo el cirineo bueno que nos ayuda a llevar las cruces de la vida. Acudamos a él en esto días y siempre.
“El cielo está rojo. Mañana hará buen tiempo”
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